Junto con otros importantes estudios – como el brillante ensayo “Sobre el Prusianismo” y otros de los trabajos incluidos en el volumen Viraje del Destino. Contribuciones a una nueva Ideología Alemana (1948) –, La Destrucción de la Razón (1954) es una de las mayores contribuciones de Georg Lukács a una teoría y crítica de los fascismos en general y, en particular, del nazismo. Producto de una prolongada reflexión sobre el tema, el libro está dedicado en, palabras del propio autor, a examinar la trayectoria recorrida por Alemania en dirección a Hitler en el campo de la Filosofía. Sin embargo, a semejanza de lo que ocurre en el volumen sobre La Novela Histórica (1937), el examen de los fenómenos “espirituales” – estéticos en un caso, filosóficos en el otro – es colocado por Lukács en relación estrecha con el íntegro derrotero histórico del pueblo alemán; es decir: con un irracionalismo que se manifiesta de manera tan efectiva en el pensamiento porque tiene sus raíces en la vida cotidiana de las masas. No en vano el primer capítulo del libro despliega una anatomía minuciosa de las peculiaridades de la evolución histórica alemana, apoyándose, ante todo, en las consideraciones de Marx y Engels sobre la “miseria” germánica y sus particulares ideologías. ¿No había anunciado ya Marx que Alemania “se encontrará una mañana al nivel de la decadencia europea, antes de haberse situado alguna vez al nivel de la emancipación europea” y que será posible entonces “compararla a un adorador de fetiches que padece las enfermedades del cristianismo”?
El “camino singular” (Sonderweg) que apartó al pueblo alemán de las tradiciones burguesas emancipadoras, y que fue tan a menudo idealizado por los conservadores en el período de la fundación del Imperio, durante la Primera Guerra Mundial y, más tarde, por los fascistas, es visto por Lukács como un calvario que encontró su consumación fatídica en los campos de exterminio.
El cuestionamiento de las corrientes antidemocráticas que acompañaron durante siglos tanto la evolución política y económica como la filosófica y estética de Alemania no supone, sin embargo, adoptar una perspectiva apocalíptica, ni es una invitación a encontrar un cómodo refugio (como escribió Lukács ya en 1933, a propósito de la pasiva capitulación de Stefan George y otros intelectuales alemanes ante el nazismo) en el “Gran Hotel Abismo”. Lukács es consciente de que existe otra Alemania, la de Lessing y Goethe, la de Hegel y Marx, y por eso apela a los impulsos emancipadores latentes en el pueblo alemán para iniciar un nuevo camino y para romper, en palabras suyas, con esa “danza macabra de las cosmovisiones” que desembocó en la violencia hitleriana. En este sentido, La Destrucción de la Razón es una obra que encuentra su complemento y su contracara positiva en El Joven Hegel, donde se indagan las posibilidades que permitieron que Alemania fuera el lugar de nacimiento de la dialéctica, y sede de una tradición de pensamiento en la que sobresalen, en primera línea, el autor de la Fenomenología del Espíritu y el de El Capital.
Al mismo tiempo que ofrece una crítica de la filosofía irracionalista, Lukács despliega una intensa reflexión sobre la responsabilidad del filósofo y, en general, de los intelectuales, y acerca de las ramificaciones capilares que las ideas más abstractas poseen en la experiencia diaria de las masas. Estas consideraciones apelan a nosotros especialmente en este tiempo nuestro, signado por la expansión de nuevas derechas y un recrudecimiento de los irracionalismos en el plano regional y el mundial. Las ideas de este libro pueden brindar elementos fundamentales, no solo para entender al fascismo en su historicidad, sino también para comprender y transformar nuestro propio presente.
Miguel Vedda.
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