La sociedad argelina de los años cincuenta y sesenta vivía el mismo drama social que sufrían en su tiempo las sociedades analizadas por los fundadores de la sociología: el paso de una ciudad precapitalista a una capitalista, de una sociedad tradicional a una moderna, de la vida comunitaria a la sociedad de masas, de lo rural a lo urbano, del flujo de las tradiciones al desencantamiento del mundo moderno.