Esta edición de la inmortal obra de Miguel de Cervantes fue cuidada por el eminente lingüista Martín Alfonso. Fijó el texto de lectura a partir de las primeras ediciones publicadas por Cuesta en 1605 y 1615 en sus reproducciones facsimilares patrocinadas por la Real Academia Española. La puntuación original fue modernizada según los criterios de la edición de Rodríguez Marín, así como las vacilaciones del vocalismo y reducciones de determinados grupos fónicos consonánticos. En una última revisión se ha regularizado la acentuación con los criterios académicos actuales y se han tenido a la vista las ediciones de Martín de Riquer, Murillo y Sevilla y Rey para depurar al máximo un texto de por sí tan excelso como problemático.