Los mandó para arriba, y cuando llegaron sus amigas les dijo que sus hijos tenían... ¡el sarampión! (¡Menuda mentira!)
¡Todo lo contrario! ¡Los gatitos ni siquiera estaban en la cama! ¡Ni muchísimo menos!
Se oyeron extraños ruidos que alteraron la dignidad y la compostura de los invitados a la merienda de la señora Milagros de Miau...