El amor en los tiempos del cólera

El amor en los tiempos del cólera Gabriel García Márquez




Resenhas - El amor en los tiempos del cólera


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alepsis 11/05/2024

Rara vez voltear hacia atrás
Sinceramente este libro no era lo que me esperaba, o mejor dicho, temía que fuera lo que terminó ser. No me decepcionó, pero creo que logró reflejar mucho de lo que también sentí en su momento. Con eso en mente, me parece imposible no hacer una reseña objetiva, y creo que sería injusto no hacerlo. Después de todo, este libro (esta versión) no existiría en el catálogo de esta aplicación si yo no lo hubiera registrado en su momento. Lo último que puedo hacer es darle un buen cierre y, para mí, ese cierre deberá ser tan personal como me plazca. Me vale verga.

Pero empezaré hablar únicamente de la obra de Márquez. Indiscutiblemente es una obra escrita con tanto amor en fondo y con un lenguaje que sólo a alguien tan talentoso podría imaginar. Un lenguaje que hasta calor me dio por sentir la calidez colombiana y la humedad del mundo al que visité. Es una novela poética que habla del romance, la pasión, el dolor y ¿la espera? La verdad es que este punto me quebró, pues no entendí cómo esto puede ser una historia sobre la espera. En mi opinión, el autor confundió la espera por la esperanza (o la terquedad para ser sincero), ¿será que todavía soy demasiado jóven para entender o porque soyo jóven entiendo todavía mejor el sentimiento? Es lo más probable, pues casi olvido cómo el autor responde a mi pregunta entre sus últimas páginas: "Pues habían vivido juntos lo bastante para darse cuenta de que el amor era el amor en cualquier tiempo y en cualquier parte, pero tanto más denso cuanto más cerca de la muerte." El amor es amor en cualquier tiempo. Pero aunque el amor no cambie frente al tiempo, las personas sí. El amor nace de las personas y sea de un tiempo a otro, yo creo que el amor debe cambiar. En amor es un lenguaje y el lenguaje le pertenece a quien le da forma y lo construye. Creo que lo que intento decir es que, el amor "no cambia", pero no porque no cambie, sino porque el amor siempre sera eso: amor y ese amor será puro. Y aunque el amor no lo pueda todo, sus creadores sí. En cualquier momento, el amor nacerá y podría tener una nueva oportunidad, pero sólo si hay voluntad al respecto.

Intento hacer esta reseña pensando en cómo me relaciono con esta lectura. Entre enojo, miedo, ansiedad y tristeza, estoy navegando entre recuerdos y lecciones. Dar una mirada al abismo al que siempre consulté y tiene forma de diario. Ver mis notas, mensajes que nunca comuniqué y mi repertorio de pensamientos. Todo un museo de todo lo que sentí, porque este libro pasó por cada momento de ello. Así me siento, un museo. Un museo de recuerdos reales o falsos (expectativas) de todo lo que me lastimó, pero sobre todo lo que me armó y me dio amor y fuerzas. En este sentido, desgraciadamente, me asemejé más al pendejo de Florentino Ariza. No estoy diciendo que es el único personaje con quien me relacioné, pues hay varios y en cada uno había un espejo apuntándome. No obstante, del protagonista hablo más porque es con quien tengo más asuntos que resolver, de una forma u otra. Un verdadero estúpido. Tanto que no estoy seguro si aprendió algo de su vida. Al llamárlo pendejo, a veces lo hago con el espejo enfrente, pues es más sencillo llamarle a alguien más de tal forma con la consciencia de que "me recurda a mí". Creo que la mayor maldición de amar y no ser correspondido, o mejor dicho, descartado, es que terminamos viviendo amando la memoria y la esperanza, pero sin que la otra persona tenga el tiempo o la convicción de honrara de la misma manera. Ser dados por hecho. Voltear hacia atrás rara vez.

Pero estoy exagerando. Ya que acompañé más veces al pendejo de Ariza en su momento, no veo sólo sus fallas, también quiero agradecerle por demostrar lo valiente que es y sobre todo apasionado. Eso es algo que nadie debe menospreciar, pero hay que aprender a irnos con quien aprecie esa pasión y la busque mantener viva. Sólo los pasionales sabemos que esa pasión nunca nos cansa y es el mismo fuego que nos da vida. No nos cuesta nada, ser pasional es hermoso.

Ahora, la razón detrás de la eterna lectura fue porque no podía evitar no congelarla. Cómo reflejo de mi vida, la lectura debió posponerse por culpa de las "circunstancias". Congelar la lectura era sólo un método para atrasar lo inevitable. Así como a veces nos aferramos al dolor de la pérdida porque el lo último que nos queda después de la partida, uno (aquí presente) no busca terminar algo que piensa que no debería o tuvo que haber terminado. Quería sentirme invitado o forzado a regresar. Tal vez de la misma manera en la que me siento en esta aplicación. En su momento, inspirado por estar aquí, quería ser parte de un mundo ajeno al mío porque había un universo del que no me quería ir. Ahora debo reconocer y reclamar hacia dónde quiero estar.
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