Resenhas - Augustus

Carlos 21/02/2017

Fue una lectura bastante distinta a las otras pues los "personajes" no son ficticios ni derivados de la mente del autor, sino que fueron, aunque mucho tiempo atrás, personas de carne y hueso. Considero que constituye una tarea harto difícil la redacción una obra biográfica, máxime cuando se trata de una obra de no-ficción (es decir, cuando la obra en cuestión no es una novela que reconstruye los hechos) y si de una que pretende mostrarse como una exposición sistemática y ordenada de los hechos tal como éstos ocurrieron al momento de su producción.

La historia no es una mera repetición de datos, ni el simple recuento de los hechos ocurridos, la verdadera historia trata de armonizar las informaciones contenidas en las fuentes que han llegado hasta nuestros días y, a partir de ahí, construir el relato e interpretar los hechos según la visión que presenta el historiador. Tarea ésta que se aplica en su totalidad a una obra de carácter biográfico pues ésta, al fin y al cabo, es historia. En obras de este tipo, todos las fuentes consultadas, los datos presentados y la exposición e interpretación de los hechos y momentos históricos convergen en un punto: la personalidad del protagonista. Si, en mi humilde opinión, constituye ya un emprendimiento de gran complejidad realizar el retrato biográfico de un personaje moderno y sus hechos circundantes y determinantes (por ejemplo, el papa Juan Pablo II, Fidel Castro o Alfredo Stroessner), cuánta mayor dificultad ha de entrañar hacerlo con alguien que ha dejado este mundo más de dos mil años atrás.

Considero (y ello no tiene porqué constituir la verdad absoluta) que Anthony Everitt ha capeado con éxito la dura tormenta que tal labor presupone. Sin lugar a dudas es la mejor y más completa biografía de Augusto que he leído en mi vida (podrán existir mejores, pero no he tenido el privilegio de leerlas). Los hechos históricos se encuentran expuestos con absoluto rigor científico con escrupulosa cita de las fuentes que sostienen tal presentación. La persona de Augusto se presenta completamente desmitificada y como debe serlo: un ser humano más como todos, uno que alcanzó el más alto poder político en su época, pero ser humano al fin.

Se permite el autor ciertas libertades en su exposición e interpretación, pero ello resulta comprensible. Muchos datos deben ser reconstruidos desde las pocas informaciones que han llegado hasta el momento presente, muchas fuentes no han sobrevivido al inexorable paso del tiempo.

De Augusto se ha dicho mucho. No existe manera de desconocer la magnificencia de su obra, puesto que su legado sobrevive hasta hoy, pero ello no debe constituir un obstáculo para dar a conocer sus debilidades y, sobre todo, sus errores, que los cometió y muchos. El primer emperador romano fue, pues, un hombre de una personalidad compleja.

Disfruté la lectura como hacía rato no lo hacía con una buena obra histórica de no-ficción. Recomiendo su lectura.