"Mariposa montés y campesina/mariposa serrana,/nadie ha pintado tu color, tú vives/tu color y tus alas/en el aire, en el sol, sobre el romero/tan libre, tan salada! ..." Así como la mariposa de la sierra vuela y traviesa, la poesía de Machado vuela de palabras y de gozo. Sus versos alados son sombra fresca del limonero; en su palabra juegan los gatos barbados, las cigüeñas, los peces del Guadalquivir, los bufones de la corte. En la palabra de Machado está el niño que pateó realengo y feliz las calles de Sevilla, y luego pateó las calles de España con su "cante hondo", con su verbo vibrante y sencillo.