Más que humano

Theodore Sturgeon es mundialmente famoso por haber creado la llamada "ley Sturgeon". Un crítico literario le dijo en una convención de literatura fantástica: "señor Sturgeon, el 90% de todos estos libros son basura". A lo que él repondió: "sin duda, pero piense que el 90% de casi todo es siempre basura".



Parte del trabajo de una editorial de prestigio consiste en encontrar el 10% que no es basura y conservarlo. Por ejemplo, este Más que humano, que obtuvo el International Fantasy Award de 1954 y que no ha envejecido en absoluto. Minotauro lo edita en bolsillo junto con otros clásicos del fantástico de calidad.



Empieza como una versión rural americana de Pascual Duarte o La Colmena. La presentación de personajes es deslavazada y deprimente y no falta la violencia: un subnormal que recorre los bosques y duerme entre charcos, un huérfano maltratado que se fuga del hospicio, un padre que pega a sus hijas y las aísla del mundo en un chamizo, una niña ignorada por su madre, un padre que desprecia a su hijo pese a sus dotes mecánicas, un bebé mongólico en la América profunda...



La miseria humana de repente choca: el ididota y una de las niñas aisladas en perfecta inocencia se tocan. Y entonces dejan de serlo. El idiota, acogido por una familia de granjeros, poco a poco va aprendiendo a pensar... hasta el día en que descubre a "los otros". Porque la niña ignorada tiene el poder de mover objetos. Porque hay dos niñas negras que pueden teletransportarse de un lugar a otro. Porque el bebé mongólico tiene la mente de un superordenador y puede comunicarse con la niña. Y porque el idiota puede ser la mente que lo coordine todo. En esta unión de parias excepcionales surge el "Homo Gestalt".



Efectivamente, Más que humano tiene más de fantasía psicológica que de ciencia ficción. Es interesante ver cómo se interroga por la soledad del hombre y también por la definición de lo que significa ser humano. A medida que avanza la historia, el nuevo conglomerado descubre que necesita unos valores que dirijan su enorme potencial. ¿Una moral?



"El Homo Gestalt no puede tener una moral, pues está sólo. Una ética entonces. Un código del individuo para la supervivencia de la sociedad. ¿El Homo Gestalt debería elegir un código para toda la Humanidad?"



Cuando el poderoso ser colectivo decida dar el paso, optar por una ética, descubrirá que no está solo, que hay otros como él, que forma parte de la humanidad antigua (el Homo Sapiens) y también de la nueva. Pero antes tuvo que dar el paso a la vida moral. Y sólo pudo hacerlo cuando un hombre, un simple Homo Sapiens se esforzó en mostrárselo y mantenerlo. Así, la humanización no viene del poder ni de la fuerza intelectual, sino del mismo misterio de ser humano que busca el bien.



Muchos creerán que Sturgeon da un salto optimista en extremo, quizá incluso sensiblero, al final de una obra que ha sido dura hasta la exageración. Pero quizá es algo necesario para contrarrestar nuestros tiempos de exagerado nihilismo.