Desde la remodelación de Tenochtitlán en 1521 por el conquistador, hasta la fabulosa Brasilia, la ciudad como principio ordenador fue uno de los sueños de la utopía del Nuevo Mundo.
Fueron actores principales de ese sueño los notarios y religiosos evangélicos - legalizadores del virreinato, luego de los criollos laicos e independentistas y finalmente, la conciencia crítica y rebelde de la modernización. Esta dialéctica entre el poder y la servidumbre de la letra es la protagonista de esta obra en la cual Angel Rama con brillante y ejemplar lección aboga por una definitiva y fecunda democratización de las funciones intelectuales.