El autor, en su prólogo, hace una diferenciación entre malos, malditos y adversarios, esos amigos (¡o enemigos!) perdurables que nos regala la literatura y que se refugian para siempre, primero en nuestra imaginación y luego en la memoria. La evocación, además de recrear las diferentes historias, pretende ser un estímulo para que los jóvenes lectores se acerquen a las novelas originales, clásicos de la literatura.