Salvador Dalí escribió este libro con inspirada espontaneidad, empleando ese singularísimo lenguaje que ha sido calificado hasta la saciedad como daliniano. Daliniano, en efecto, por ser fiel reflejo del pensamiento del autor. Si, para Dalí, el vehículo idiomático es secundario, meramente coyuntural, resulta por demás evidente que en este y en todos sus escritos, las ideas debatidas no pueden desvincularse en absoluto de la forma sugestiva en que son expresadas. El autor encuentra siempre los recursos justos para hacerse entender, con frases reveladoras de una rica plasticidad.
Cuando se publicó por primera vez este libro, en Nueva York, el autor tenía cuarenta y tres años y hoy reconoce que fue justamente por aquellas fechas que empezó a "saber pintar". Los secretos mágicos aquí reunidos son una consecuencia de ello.
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