Nacida en un pueblo alemán en 1963, su familia se trasladó a Berlín cuando ella contaba seis años. A los doce comenzó a fumar hachis en un hogar juvenil de la Iglesia Evangélica; a los trece se inyectaba heroína en una discoteca.    
Se convirtió en drogadicta.
Por las mañanas asistía a la escuela y por las tardes, en compañía de otras amigas, igualmente dominadas por la droga, acudía a la Kurfürstenstrasse berlinesa (donde las chicas ofrecen sus cuerpos por 20 marcos), para conseguir el dinero necesario para adquirir la droga. Pasaron casi dos años sin que la madre llegara a advertir la doble vida de su hija.