El rancheador fue una mezcla e esbirro y mercenario. Dotado de agilidad, conocimiento del terreno y con las armas al acecho, recorría las montañas en busca de palenques y negros fugitivos. En este Diario, uno de eses rancheadores - Francisco Estévez - ofrece detalles de su oficio a lo largo de cinco años.