Si alguien quiere entender lo que ha venido pasando en la Iglesia en los últimos 40 años tiene en esta novela un instrumento útil y entretenido. Pero es un libro de ficción, de modo que conviene tomar ciertos recaudos para no correr el riesgo de creer que todo lo allí narrado en verdad ocurrió, o descreer de todo, incluso de lo real.
Es, en pocas palabras, una buena alegoría de la realidad eclesial.