Entrenar Contigo

Olivia es una chica dulce y simpática, pero tiene un pequeño problema: el sobrepeso.
Durante casi toda su vida ha sido una chica gordita, el hazmerreír del colegio y no solo a causa de su tamaño; ha pasado varios años luchando infatigablemente contra la báscula, tirando la toalla cada vez que un intento resultaba fallido y resignándose a vivir para siempre con todos sus kilos de más.
Hasta que una noche conoce a un chico especial que le da una nueva motivación para resolver su problema con la alimentación de una vez por todas y empezar a vivir su vida plenamente, empezando por cambiarse a sí misma y terminando con el proyecto de conquistar al chico en cuestión.
Rodeada de unos amigos muy atentos, busca a una figura profesional que la ayude en su intento, sin saber que eso desbaratará sus planes para siempre.
Y justo cuando todo se cumple exactamente como lo había soñado, se dará cuenta de que el destino es irónico y caprichoso y que a veces, cuando los deseos se cumplen, no se es tan feliz como esperábamos, sobre todo si mientras tanto esos deseos han cambiado, trastornados por un huracán alto y rubio difícil de ignorar…

EXTRACTO
—¡Si con vivir quieres decir vivir en el sentido más amplio del término, sí, he sido yo; si con vivir quieres decir acostarte con el primero que pase, no, no he sido yo!
Está casi gritando y nunca había visto a Andrea gritando.
Me quedo sin palabras durante unos momentos. Luego me alejo, caminando hacia atrás y respirando mal. —¿Sabes qué es lo más interesante?
Intento mantener una calma que no hay. —¿Y a ti qué te importa si me acuesto con el primero que pase?
—Porque eres mi amiga —responde él enseguida.
—No, yo no soy amiga tuya en absoluto… ¿Crees que nos veremos cuando termine de entrenar contigo? ¿Crees que iremos a comer una pizza o a cualquier otro sitio juntos? —le pregunto con amargura—. El día que deje de entrenar no volveremos a vernos, ya lo sé. Siempre lo he sabido, así que no vayas ahora de amigo, en este momento, sola y exclusivamente para arruinarme la noche… Una noche que si no sería perfecta —digo sin pensarlo de verdad. Ninguna noche en la que él llegue del brazo de otra puede ser perfecta, pase lo que pase.
Él se queda sin palabras un momento y me mira casi asqueado. —No creía que fueras así…
—¿Así cómo? —pregunto, pero no estoy segura de querer saberlo.
Me mira de arriba abajo. —Te da igual ocho que ochenta…
Yo me echo atrás, como si me hubiera dado un bofetón en la cara. «No Andrea, no me da igual ocho que ochenta, pero por desgracia el que me gusta no me quiere, y ya me he hartado de vivir al margen.»
—Contigo es solo una cuestión de velocidad, ¿eh? Quien llega primero, muele primero…
Tiene una mirada extraña, da escalofríos, furioso y concentrado, como la de un león antes de devorar a su presa.
—Bastaba con decirlo que era una cuestión de velocidad… —murmura para sus adentros, moviéndose lento pero seguro, como un depredador.
Instintivamente me echo atrás hacia la puerta hasta que noto el pomo en la espalda, intento abrirlo desde atrás, sin ver, porque exactamente como una presa, no me parece el momento de darle la espalda.
—Bastaba con decirlo… —susurra, y como una danza con milenios de antigüedad, nos movemos en el mismo preciso instante: yo me giro para abrir la puerta y él me detiene de un salto. No consigo abrir la puerta, Andrea me agarra y me aplasta con la espalda a la pared de al lado de la puerta; está muy cerca, hasta el punto de que puedo sentir su aliento cálido en los labios cuando murmura—: Porque yo soy el más rápido.

Romance