'En 1913, el escritor norteamericano Ambrose Bierce, misántropo, periodista de la cadena Hearst y autor de hermosos cuentos sobre la Guerra de Secesión, se despidió de sus amigos con algunas cartas en las que, desmitiendo su reconocido vigor, se declaraba viejo y cansado. 'Sin embargo, en todas ellas se reservaba el derecho de escoger su manera de morir. La enfermedad y el accidente la parecían indignas de él. En cambio, ser ajusticiado ante un paredón mexicano.... Ah -escribió en su última carta- , ser un gringo en México; eso es eutanasia. 'Entró en México en noviembre y no se volvió a saber de él. El resto es ficción'.