Constitye, en el cruce de elemenos medievales y valores renacentistas, la digna apertura del gran testro español y, aún más, de su literatura toda. En esa obra vienen a coincidir antiguas manifestaciones prestigiosas, el realismo dramático de los viejos poemas y la gracia popular del arcipreste de Talavera, por ejemplo, con la fundamental explosión renacentista.