Ante esta situación desfavorable, Fitoussi y Rosanvallon sostienen, que aun se puede hacer algo, esto es dando lugar a la redefinición de un verdadero reformismo radical en sus análisis y ambicioso en sus objetivos. En donde la política se consagre en formalizar este diagnóstico y las perspectivas a las que conduce. Recordando que es necesario que no pueda haber un cambio de la sociedad que proceda exclusivamente desde la cima. Para que haya una verdadera reforma, siempre hay que apoyarse en relevos sociales que tomen la posta. Si muchos proyectos giran en el vacío, es porque no hubo actores que se reapropiaron de ellos en el terreno, pues el objetivo principal de una reforma debe ser dar las herramientas a la sociedad civil y no únicamente aumentar las transferencias del Estado. Así se mide no una política asistencialista, sino una visión activa y cívica del cambio. Ya que lo más importante es liberar las potencialidades, favorecer los dinamismos y estimular las iniciativas.
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