Confieso Que He Vivido

Confieso Que He Vivido Pablo Neruda




Resenhas - Confieso Que He Vivido


8 encontrados | exibindo 1 a 8


EstAfani.Sandmann 29/12/2023

Me apaixonei pelo Neruda pela poesia?
Mas eu certamente me tornei sua fã literária pela sua história. Sua vida. Seus amores. Suas paixões. Um comunista que esqueceu o jantar com Prestes no Rio. Que viu Che pouco antes da morte falando sobre a guerra. Que encontrou Fidel. Que foi protegido por Picasso em Paris. Que viu a Espanha em fogo. A China de Mao. Ele percorreu a nossa própria história enquanto ela acontecia ao lado de seus amores e enganos. Ele viveu? Aaa e como, e viveu bem, mas essa autobiografia focada nos episódios de sua vida e que inicia desde as primeiras memórias, do menino que descobriu muito cedo que o cisne negro para de cantar antes de morrer e que vendeu suas vestes e sapatos pra publicar seu livro. Que mudou seu nome, mas que manteve dentro do seu coração seu amor pela sua terra, pelo Chile, pela esperança de uma América livre da exploração capitalista. Aaa Neruda, eu me apaixonei por você.
comentários(0)comente



Jéss 02/09/2023

Para quem quer conhecer um novo lado do autor e descobrir que seu trabalho vai muito além da poesia, este é um excelente começo. Depois da minha viagem ao Chile fiquei encantada por conhecer mais de Pablo e este livro traz um panorama excelente.

O começo talvez seja um pouco confuso já que não segue uma ordem muito linear, mas depois que acostumamos, fica fácil.
comentários(0)comente



Clio0 07/06/2021

É uma autobiografia, mas não isso não depõe contra a obra.

Neruda é obviamente um tanto quanto suave, para não dizer apologético a muitas de suas decisões e ações na vida - especialmente quanto a sua atuação política - porém esse livro é mais um diário de apontamentos e reflexões, curiosidades do momento e menos uma análise biográfica.

O poeta narra seus encontros com famosos líderes antissistema como Ghandi e Mao, sua viagem para a URSS, e seu aprisionamento por autoridades ditatoriais em conluio com os EUA. Mas, temos também Frederico García Lorca, Miguel Hernandez, Gabriela Mistral e outros artistas da época figurando em suas histórias.

A prosa que beira a poética é deliciosa, fluída como tudo o que Neruda escreveu. Se puder, leia o original em espanhol, pois infelizmente esse ritmo é quase impossível de passar para outros idiomas... Mesmo um tão flexível quanto o português.
comentários(0)comente



Joao366 20/05/2020

História e autobiografia num só livro
Confiesso que he vivido é sim em parte uma autobiografia de Pablo Neruda!

Mas além de retradar a história pessoal do autor ainda contempla história da Segunda Guerra Mundial, da Guerra Fria, do Chile e até trechos sobre o Brasil!

Leitura boa, mas do autor eu começaria por Canto Geral (Canto General).
comentários(0)comente



Mariana 14/07/2017

Sinceramente, que livrão
comentários(0)comente



Danilo 02/12/2016

Boa biografia
Não sou muito fã de livros biográficos ou autobiográficos. Mas este livro de Neruda me chamou a atenção. O livro é fácil de ler e traz detalhes interessantes sobre a vida do poeta, como suas estadas em países asiáticos, além de sua infância.
Gostei bastante. Esta biografia eu recomendaria.
comentários(0)comente



Isidro 07/09/2016

Testemunho maravilhoso não só da vida desse grande poeta, mas do seu país, da sua gente, do seu tempo e das suas andanças pelo mundo.
comentários(0)comente



Carina 29/10/2013

Uma biografia que é um canto de amor desesperado... pela vida
Já li biografias de personagens emblemáticos, como Gandhi e Hannah Arendt, mas nenhuma me tocou tanto quanto esta. Neruda descreve longamente seus dias, nos deixando a par de episódios fundamentais de sua poesia, de sua vida afetiva e de seu envolvimento com a política.

Um dos aspectos que mais me interessou na obra são os relatos de viagem - do Ceilão ao Brasil, o poeta conheceu diferentes países do mundo, sempre com o olhar de viajante que quer entender e registrar tudo o que vê. E, às vezes, o registro se dá em forma de boa poesia.




Trechos:

Estas memorias o recuerdos son intermitentes y a ratos olvidadizos porque así precisamente es la vida. La intermitencia del sueño nos permite sostener los días de trabajo. Muchos de mis recuerdos se han desdibujado al evocarlos, han devenido en polvo como un cristal irremediablemente herido.

Las memorias del memorialista no son las memorias del poeta. Aquél vivió tal vez menos, pero fotografió mucho más y nos recrea con la pulcritud de los detalles. Este nos entrega una galería de fantasmas sacudidos por el fuego y la sombra de su época.

Tal vez no viví en mí mismo; tal vez viví la vida de los otros.

De cuanto he dejado escrito en estas páginas se desprenderán siempre —como en las arboledas de otoño y como en el tiempo de las viñas— las hojas amarillas que van a morir y las uvas que revivirán en el vino sagrado.

Mi vida es una vida hecha de todas las vidas: la vida del poeta.
***
Cuando estuve por primera vez frente al océano quedé sobrecogido. Allí entre dos grandes cerros (el Huilque y el Maule) se desarrollaba la furia del gran mar. No sólo eran las inmensas olas nevadas que se levantaban a muchos metros sobre nuestras cabezas, sino un estruendo de corazón colosal, la palpitación del universo.

***
Encontré para alquilar una casa que me pareció extravagante. Estaba en la calle Pierre Mill, en el segundo arrondissement, es decir, donde el diablo perdió el poncho.
***
Yo quiero vivir en un mundo sin excomulgados. No excomulgaré a nadie. No le diría mañana a ese sacerdote: «No puede usted bautizar a nadie porque es anticomunista». No le diría al otro: «No publicaré su poema, su creación, porque usted es anticomunista». Quiero vivir en un mundo en que los seres sean solamente humanos, sin más títulos que ése, sin darse en la cabeza con una regla, con una palabra, con una etiqueta. Quiero que se pueda entrar a todas las iglesias, a todas las imprentas. Quiero que no esperen a nadie nunca más a la puerta de la alcaldía para detenerlo y expulsarlo. Quiero que todos entren y salgan del' Palacio Municipal, sonrientes. No quiero que nadie escape en, góndola, que nadie sea perseguido en motocicleta. Quiero que la gran mayoría, la única mayoría, todos, puedan hablar, leer, escuchar, florecer. No entendí nunca la lucha sino para que ésta termine. No entendí nunca el rigor, sino para que el rigor no exista. He tomado un camino porque creo que ese camino nos lleva a todos a esa amabilidad duradera. Lucho por esa bondad ubicua, extensa, inexhaustible. De tantos encuentros entre mi poesía y la policía, de todos estos episodios y de otros que no contaré por repetidos, y de otros que a mí no me pasaron, sino a muchos que ya no podrán contarlo, me queda sin embargo una fe absoluta en el destino humano, una convicción cada vez más consciente de que nos acercamos a una gran ternura. Escribo conociendo que sobre nuestras cabezas, sobre todas las cabezas, existe el peligro de la bomba, de la catástrofe nuclear que no dejaría nadie ni nada sobre la tierra. Pues bien, esto no altera mi esperanza. En este minuto crítico, en este parpadeo de agonía, sabemos que entrará la luz definitiva por los ojos entreabiertos. Nos entenderemos todos. Progresaremos juntos. Y esta esperanza es irrevocable.
***
La palabra

…Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen… Vocablos amados… Brillan como piedras de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío… Persigo algunas palabras… Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema… Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes, ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas… Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto… Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola… Todo está en la palabra… Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció… Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces… Son antiquísimas y recentísimas… Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada… Qué buen idioma el mío, que buena lengua heredamos de los conquistadores torvos… Estos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo… Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas… Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra… Pero a los bárbaros se les caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes… el idioma. Salimos perdiendo… Salimos ganando… Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palavras.
***
El oficio de poeta es, en gran parte, pajarear.
***
…Cuánta obra de arte… Ya no caben en el mundo… Hay que colgarlas fuera de las habitaciones… Cuánto libro… Cuánto librito… ¿Quién es capaz de leerlos?… Si fueran comestibles… Si en una ola de gran apetito los hiciéramos ensalada, los picáramos, los aliñáramos… Ya no se puede más… Nos tienen hasta la coronilla… Se ahoga el mundo en la marea… Reverdy me decía: «Avisé al correo que no me los mandara. No podía abrirlos. No tenía sitio. Trepaban por los muros, temí una catástrofe, se desplomarían sobre mi cabeza»…
***
Mientras tanto trepan los hombres por el sistema solar… Quedan huellas de zapatos en la luna… Todo lucha por cambiar, menos los viejos sistemas… La vida de los viejos sistemas nació de inmensas telarañas medioevales… Telarañas más duras que los hierros de la maquinaria… Sin embargo, hay gente que cree en un cambio, que ha practicado el cambio, que ha hecho triunfar el cambio, que ha florecido el cambio… Caramba!… La primavera es inexorable!
***
No se puede vivir toda una vida con un idioma, moviéndolo longitudinalmente, explorándolo, hurgándole el pelo y la barriga, sin que esta intimidad forme parte del organismo. Así me sucedió con la lengua española. La lengua hablada tiene otras dimensiones; la lengua escrita adquiere una longitud imprevista. El uso del idioma como vestido o como la piel en el cuerpo; con sus mangas, sus parches, sus transpiraciones y sus manchas de sangre o de sudor, revela al escritor. Esto es el estilo.
***
Yo sigo trabajando con los materiales que tengo y que soy. Soy omnívoro de sentimientos, de seres, de libros, de acontecimientos y batallas. Me comería toda la tierra. Me bebería todo el mar.
***
Un bibliófilo Pobre tiene infinitas ocasiones de sufrir. Los libros no se le escapan de las manos, sino que se le pasan por el aire, a vuelo de pájaro, a vuelo de precios.

Sin embargo, entre muchas exploraciones salta la perla.
***
La multitud humana ha sido para mí la lección de mi vida. Puedo llegar a ella con la inherente timidez del poeta, con el temor del tímido, pero, una vez en su seno, me siento transfigurado. Soy parte de la esencial mayoría, soy una hoja más del gran árbol humano.
comentários(0)comente



8 encontrados | exibindo 1 a 8


Utilizamos cookies e tecnologia para aprimorar sua experiência de navegação de acordo com a Política de Privacidade. ACEITAR