El silencio del océano, la adrenalina recorriéndolo mientras el magnífico tiburón de cuatro metros paseaba a su alrededor… Christopher Janssen amaba el peligro, aquella sensación de vitalidad que le otorgaba, mostrándole al mismo tiempo que era vulnerable, que todos lo somos y que este segundo en el que respiramos puede ser el último.
Chris era autoritario, imponente y de una belleza que pocos mortales tenían. Lo peor de todo era que el maldito lo sabía, y era un arma que le ayudaba a jugar muy bien sus cartas.
¿Qué oportunidad tenía Ignacio Ellis frente a semejante ejemplar?
Prácticamente ninguna. Sin embargo, el destino le demostrará que en el amor y el deseo nada está dicho, que todo puede ser refutado y que la baraja ganadora puede cambiar de mano en cualquier momento.
LGBT / GLS