Esta obra es una polifonía rica y compleja que exige, para ser percibida, atención y silencio (el silencio de la soledad). (...) Góngora intentó crear una verdadera lengua poética; a este nuevo lenguaje (nuevo en el nivel del vocabulario, de la sintaxis y de la retórica) corresponde, en la métrica utilizada, una música nueva. Ahí se debe buscar la verdadera correspondencia (no de detalle, sino de conjunto) de la forma con la idea central del poema - lejos del 'poblado', en el cual no puede ser más que 'cautiva lisonja', la Soledad nos convida a seguirla hasta su 'claustro verde', su 'mudo horror divino', único sitio -'apacible desvío'- en el que se puede intentar escucharla.