En Ultimos fuegos pasan cosas muy, pero muy raras. Estos relatos estan a punto de inflamarse: hay fuego en el horizonte, cielos rojizos, llamas reales y llamas alegoricas. Es un libro encendido, se diria. Quizas por su origen en ciertos titulares de cronica roja, quizas porque el silencio -una presencia casi ruidosa que se cuela entre las palabras- es aqui otro soplo incendiario. Es tambien un libro-puzle, una serie de historias que se aluden levemente, que se tocan apenas, que se encadenan cuando uno menos se lo espera. No importa que se trate de la ojerosa y la triste, del misterioso Haroldo Borra, de un niño zen o de un bombero en las colinas, pero ellos, todos ellos, se resisten a la inercia de la caida. Necesitan poner un orden en el desorden, necesitan cuadrar las cosas. por eso en Ultimos fuegos pasan cosas muy, pero muy raras.