Maya tiene 19 años cuando las circunstancias le obligan a huir de la justicia. Su abuela consigue que Maya encuentre refugio en una de las islas de Chiloé en Chile y recomienda a ella que escriba su experiencia en un cuaderno. Ella fue abandonada por la madre y entrega a los abuelos para poder marcharse a su país de origen, Dinamarca. El padre es piloto y el trabajo le obliga a desparecer durante meses del ambiente familiar. Maya crece con sus abuelos, Nini y Popo. Esta pareja ejercerán de padres de Maya desde su infancia hasta el fallecimiento de Popo. Los lazos de unión con el abuelo son fuertes y la muerte de Popo produce un desequilibrio sentimental a Maya. Ella entra en la adolescencia rebotada y en la escuela forma parte del grupo más problemático y sus amigas la inducen al uso del alcohol, drogas y vestimenta gótica. Nini, inmersa en el duelo de la muerte de Popo, se distancia de Maya y cuando se da cuenta de lo que está ocurriendo llega tarde. Maya entra en un centro de rehabilitación, del que acabará escapándose, y que será el principio de una huida que la llevará hasta Las Vegas. Maya va intercalando en su cuaderno la historia que le ha obligado a huir de los Estados Unidos para esconderse en el sur de Chiloé, dónde conoce al amigo de Nini, Manuel Arias, un antropólogo dispuesto a proteger a Maya.