En 1637 el Ayuntamiento de Yepes le encargaba a Pedro Calderón una obra para su celebración del Corpus Christi: era ‘El mágico prodigioso’. Se trata de una obra hagiográfica, o comedia de santos, basada en las vidas de San Cipriano y Santa Justina, mártires bajo la persecución de Diocleciano. La pasión de Cipriano (suerte de Fausto del siglo III) la virtud de Justina y el contrapunto asombroso de sus servidores articulan una comedia perfecta, que figura entre las más recordadas de Pedro Calderón.